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Que sea este aniversario otro llamado a la unidad revolucionaria, a la entrega sin límites y al más profundo compromiso con el pueblo

Miguel Díaz-Canel Bermúdez
PCC
Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, al conmemorar el Aniversario 60 de la constitución del primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba y de que la organización adoptara su actual nombre, los 60 años de la lectura de la carta de despedida del Che y de la creación del periódico Granma
Foto: Estudios Revolución

Compañero General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana y protagonista presente de los hechos que hoy conmemoramos aquí;

Queridos Machado y Ramiro;

Compañeros de la dirección del Partido, del Estado, del Gobierno, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio del Interior, la Unión de Jóvenes Comunistas y de las organizaciones de masas y sociales de nuestro país;

Compañeros de la Generación Histórica presentes;

Compañeras y compañeros:

El 3 de octubre es una fecha cargada de simbolismo.  Ese día de 1965 coincidieron en tiempo y lugar cuatro acontecimientos relevantes para la historia de nuestro Partido y por tanto para la historia de la Revolución Cubana.  Recordarlos e interpretar su significado a la luz de los 60 años transcurridos es el motivo que nos convoca y reúne hoy.  Pero antes quisiera compartirles, en relación con esto, una experiencia reciente.

Uno de los más gratos momentos de nuestra reciente visita a la República Popular China fue el recorrido por las impresionantes salas del Museo de Historia del Partido Comunista Chino que es, en realidad, la historia de esa admirable nación en los últimos 80 años. 

La apreciable prosperidad de China, que hoy deslumbra e inspira, es inseparable de la historia de la lucha de los comunistas chinos por vencer los lastres del feudalismo y la extendida pobreza y hambruna que los líderes revolucionarios, encabezados por Mao Zedong, encontraron al acceder al poder después de 14 años de guerra contra la invasión japonesa.

Recorriendo aquellas amplias y modernas salas se comprende por qué no puede ser otro el nombre del museo: la prosperidad de la China moderna no es magia ni fruto de la imaginación.  Es el triunfo del ideal socialista, ajustado a las características chinas, pero siempre bajo la guía del Partido Comunista. Sin ese empeño, sin ese propósito central, sin esa unidad esencial, la historia de China sería otra.

El Partido único, que es sobre todo el Partido que une todas las fuerzas interesadas en el bienestar de la nación, ha sido condenado durante más de un siglo por los enemigos del socialismo.

La experiencia china y también la vietnamita, por citar dos ejemplos, desmienten las teorías de los adversarios y confirman la centralidad del principio de Partido único, en las ocho décadas de práctica socialista, particularmente ante las desafiantes decisiones de reformas y apertura.

Nuestro Partido Comunista lo ratifica todos los días.  Seis décadas de resistencia a la cruel embestida de un bloqueo, hoy recrudecido en busca de la asfixia total del sistema socialista cubano, no pueden explicarse sin la existencia del Partido único que nació de la unidad de las fuerzas políticas que hicieron la Revolución.

Tiene, además, nuestro Partido una historia fuertemente enlazada a la independencia y al antimperialismo desde sus orígenes.  El pasado agosto, junto con la emotiva conmemoración del natalicio de nuestro Comandante en Jefe, celebramos el centenario del primer Partido Comunista fundado, entre otros, por Carlos Baliño, quien provenía del Partido Revolucionario Cubano, fundado por José Martí para guiar la Guerra Necesaria y fundar una República «Con todos y para el bien de todos».  Ese primer Partido Comunista de Cuba, que tuvo entre sus más brillantes fundadores al muy martiano y radical antimperialista Julio Antonio Mella, es el precursor del Partido Comunista que hoy nos guía y convoca, que adquirió su nombre actual y definitivo, Comunista, aquel 3 de octubre de 1965.

Que las fuerzas revolucionarias y progresistas de una sociedad que recién salía de seis décadas de dependencia colonial, que incluía el sometimiento permanente a una profunda y extendida campaña anticomunista, decidieran integrarse en una sola organización política definida como comunista es, sin discusión, un acontecimiento histórico extraordinario.

De esas formidables raíces y de la unidad construida paso a paso por Fidel emergió, junto con el Partido de la unidad revolucionaria, el primer Comité Central de nuestro Partido Comunista de Cuba.

Esta fecha, por tanto, marca un segundo acontecimiento fundamental en la consolidación de la unidad de las fuerzas que hicieron la Revolución y se integraron para alcanzar la victoria.

La elección del Comité Central fue el punto culminante de un proceso de integración que comenzó en 1961 con la formación de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), con el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, lo que daría paso de inmediato al Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, conocido como PURSC.

Aquel primer Comité Central tuvo una composición singular y profundamente significativa.  Al decir de Fidel, en la memorable jornada, se procuró escoger a quienes representaban, de la manera más cabal, la historia de nuestra Revolución y el mérito de sus hijos, aquellos que, tanto en la lucha por la Revolución como por su consolidación, defensa y desarrollo, trabajaban y combatían tesonera e incansablemente.

Lo integraban mujeres y hombres de todos los ámbitos de la sociedad: trabajadores, campesinos, intelectuales, jóvenes y veteranos de la lucha, quienes coincidían en un propósito común: construir una patria libre, democrática y socialista.  Esa diversidad no disolvió la unidad, sino que fortaleció al Partido y confirmó que en la integración está la fuerza.

Su constitución consolidó la estructura orgánica del Partido al disponer de órganos, organismos y organizaciones de base en toda la nación y en las instituciones armadas revolucionarias.

Las esencias de ese histórico Comité Central son las mismas que acompañan a quienes lo integran hoy: el compromiso absoluto con el pueblo y con la causa socialista y de las fuerzas progresistas, más allá de las fronteras y cualesquiera sean las circunstancias y condiciones de cada momento histórico.

Aquel 3 de octubre, en un verdadero crisol de talento, consagración y fidelidad, se unieron compañeras y compañeros portadores de la voz y el sentir de todo el pueblo.  Juntos conformaron el símbolo más alto de la unidad revolucionaria no solo como un hecho político, sino como una decisión ética y moral que aún moviliza desde la consagración y el ejemplo.

Siempre recordaremos el 3 de octubre de 1965, porque fue una jornada cargada de otros símbolos que no han perdido vigencia, como la creación del periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, bautizado con el nombre del yate que trajo a los 82 expedicionarios, desde Tuxpan hasta el oriente cubano, decididos a ser libres o mártires.

Juan Marrero, periodista fundador del diario y uno de los infatigables defensores de la memoria del gremio, recuerda así aquel día en su libro Dos siglos de periodismo en Cuba:

«Para la prensa revolucionaria, 1965 es otro momento trascendental.  El 3 de octubre culmina el proceso de unidad de las principales fuerzas revolucionarias que participaron en la lucha contra la tiranía de Batista.  Se constituye el Partido Comunista de Cuba y, como órgano de su Comité Central, surge el periódico Granma […]. 

«Desaparecen Revolución y Hoy, hasta entonces órganos del Movimiento 26 de Julio y el Partido Socialista Popular, respectivamente.  Poco antes había cesado de publicarse Combate, órgano del Directorio Revolucionario 13 de Marzo.  Los recursos humanos, las maquinarias, las instalaciones, se concentran en un nuevo y único periódico de carácter político que se editaría cada mañana.

«‘Unir todos esos recursos y hacer un nuevo periódico que llevará el nombre de Granma, símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino’, apuntaría Fidel Castro al hacer el anuncio.  Granma ha sido el principal vocero de la revolución desde entonces […], nave insignia de la prensa cubana».

En ese propio libro, Marrero recuerda la presencia constante de Fidel en Granma, orientando trabajos, escribiendo él mismo editoriales y secciones, actualizándose y dialogando con directivos y periodistas hasta altas horas de la madrugada, como en sus tiempos vinculado al periódico La Calle.

Como un órgano de prensa veraz y sólido, que se posicionó desde entonces como espacio de obligada consulta, tanto para los cubanos como para aquellos interesados en la realidad de Cuba fuera de nuestras fronteras, Granma tiene hoy un renovado desafío: volver a ser la «nave insignia» del periodismo cubano, en tiempos de plataformas multimediales y recrudecida guerra mediática.

Hablemos ahora de un momento trascendental que aquel 3 de octubre sacudió y estremeció al país.  En los minutos finales de su histórico discurso de presentación del Comité Central, Fidel hizo pública la carta de despedida del Che.  Era el único modo de explicar la ausencia del combatiente y ministro, ejemplar entre ejemplares, en la lista de integrantes del recién creado Comité Central.

La solemnidad del momento, el contenido de la carta y las emociones que transportaban el mismo documento y su lectura siguen siendo, 60 años después, uno de los hechos más trascendentes y emotivos de la historia revolucionaria a nivel continental.

Todavía resuenan en la memoria de los testigos de aquella lectura las palabras del Comandante en Jefe cuando, visiblemente emocionado y a manera de preámbulo expresó: «Los que hablan de los revolucionarios, los que consideran a los revolucionarios como hombres fríos, hombres insensibles, u hombres sin entrañas, tendrán en esta carta el ejemplo de todo el sentimiento, de toda la sensibilidad, de toda la pureza que se puede encerrar en el alma de un revolucionario».

Tras la lectura de la histórica carta quedaron deshechas las intrigas, mentiras y manipulaciones que los enemigos de la Revolución habían tejido en torno a la ausencia del Che en la lista de electos al Comité Central.

Se extinguía así una atroz campaña de difamación, muy coherente con el modo de actuar de los lacayos del imperio, que poco o nada ha variado hasta el día de hoy, cuando la manipulación y la mentira alcanzan niveles grotescos, para terminar chocando con la verdad sólida y los argumentos irrefutables que defendemos.

Compañeras y compañeros:

El primer Comité Central del Partido fue como una síntesis de lo mejor de la sociedad cubana de entonces, llamada a construir sobre bases nuevas la del futuro, soberana, justa y solidaria.

Así fue y así debe seguir siendo nuestro Partido, un Partido inclusivo, abierto y unido, capaz de sumar fuerzas de todas las generaciones, de todos los sectores de la vida laboral y social y de todo el pensamiento revolucionario cubano.

Pero sobre todo debe seguir siendo un Partido de vanguardia, que exhiba con honor su ideología comunista, marxista y leninista, el legado de Fidel, a sabiendas de que siempre nuestros enemigos, que son los enemigos de los pueblos, tratarán de enlodar y debilitar esas convicciones.

No es algo nuevo.  Ya lo advirtió Fidel en aquel temprano momento que ahora conmemoramos: «Los imperialistas, como si nos fuesen a ofender, o como si fuese una ofensa, hablan del gobierno comunista de Cuba, al igual que también la palabra ‘mambí’ la emplearon contra nuestros libertadores como una ofensa, así también intentan emplear la palabra ‘comunista’ como una ofensa, y la palabra ‘comunista’ no es para nosotros una ofensa, sino una honra» (Aplausos).

Hoy más que nunca nos toca preservar y exaltar esa historia y las ideas que la sostienen, con coherencia, modestia, ética y sentido del deber, teniendo siempre presente que el Comité Central no es un ente abstracto, como no lo es el propio Partido.

Es vocación, acción y expresión definitiva de la participación militante desde la base, desde las comunidades, desde cada barrio y cada centro laboral.  Su conformación nos enseñó que la diversidad y la inclusión son indispensables para fortalecer al Partido único, que es fortalecer la Revolución.

Como lo ha definido el General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana, este, nuestro único Partido, representa la garantía de la unidad de nuestra nación, esa que debemos cuidar como a la niña de nuestros ojos (Aplausos).

Si somos consecuentes con el ideal de que «lo más revolucionario dentro de la Revolución es y debe ser siempre el Partido», nos corresponde a los militantes, y especialmente a los cuadros, estar a la altura del compromiso que tenemos con el pasado y el presente, pero sobre todo con el futuro del país.

El IX Congreso del Partido, convocado para abril del año venidero, es la más próxima e importante oportunidad para reafirmar los principios fundacionales que hoy recordamos y movilizar a la nación en función de las grandes tareas que deberán llevarnos, en el más breve plazo posible, al mejoramiento de las condiciones de vida de la población, dando sólido sostén a los avances sociales de la Revolución y superando los enormes obstáculos levantados por la guerra que nos imponen el imperio y nuestros propios errores e insuficiencias.

Compatriotas:

Justo cuando avanzamos hacia el centenario de nuestro Comandante en Jefe, que sea este aniversario del Primer Comité Central del Partido otro llamado a la unidad revolucionaria, a la entrega sin límites y al más profundo compromiso con el pueblo cubano, motivación y sostén glorioso de nuestra obra.

¡Viva el Partido Comunista de Cuba!  (Exclamaciones de: «¡Viva!»)

¡Vivan por siempre Fidel y Raúl! (Exclamaciones de: «¡Vivan!»)

¡Patria o Muerte!

¡Socialismo o Muerte!

¡Venceremos!

(Ovación.)


 

Palabras clave
CC PCC
Comité Central

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