
El Partido legado por Fidel
Cada 25 de noviembre invita a reflexionar sobre el legado de Fidel, ese preclaro hijo de Cuba que en fecha similar zarpó en el Granma para liderar las luchas que trajeron a Cuba y su pueblo la verdadera y definitiva independencia. Por eso, en estos días son millones los cubanos que reflexionan sobre los peligros y amenazas a esas conquistas que sustentan la obra revolucionaria que se erigió el 1 de enero de 1959.
Alto ha sido el precio que ha pagado y paga el pueblo cubano por su osadía y temple, pero como excepcional líder, Fidel no solo supo sortear y vencer cada adversidad, sino que concibió la fórmula y las enseñanzas para seguir venciendo cada empecinada locura imperial.
Ha sido el Partido Comunista de Cuba la pieza angular de la Revolución, el garante de la unidad del pueblo y de la continuidad de los intereses de las masas. Apenas dos años después del triunfo se fundó el Partido, ese que ha agrupado y alimentado los valores y aspiraciones más puras del pueblo cubano, y a través del cual Fidel blindó la moral de las cubanas y los cubanos. No en balde es el PCC el alma de la Revolución, que es lo mismo que ser el alma de Cuba, de Fidel y de este indómito pueblo.
Aunque no fue hasta octubre de 1965 cuando se oficializó el nombre de Comunista, fue bajo sus aspiraciones que se peleó y se venció en Girón. Desde entonces cada agresión imperialista, que han sido múltiples y diversas, ha encontrado en la unidad de los cubanos en torno al Partido, la Revolución y las ideas de Fidel una muralla infranqueable.
Son ocho años ya de la desaparición física de Fidel, y continuamos contando con el Partido Comunista de Cuba, ese que es fruto de la Revolución misma. “La Revolución trajo al mundo al Partido, y ahora el Partido lleva adelante la Revolución”, he ahí la trascendencia de esta organización. El PCC es el único heredero digno de la confianza que el pueblo depositó en Fidel.
Es imposible pensar en el Comandante en Jefe y buscar las fórmulas de vencer sin beber de la ética y los postulados del Partido, esos que se forjaron bajo su liderazgo, el de Raúl y que se defienden y consolidan con Díaz-Canel.
Hoy, como pidió el líder histórico de la Revolución, el Partido se encuentra en todos los frentes, rectificando lo mal hecho y arreglando todo lo que pueda arreglarse, o explicando todo lo que no puede resolverse. A sus militantes y dirigentes los mueven las ideas y la fidelidad a Fidel, siempre en lucha constante por la dignidad plena del hombre, teniendo como banderas a la solidaridad y el internacionalismo, la inconmensurable fe en la victoria y la lucha constante por la unidad, la soberanía y la independencia.
Fue precisamente en la clausura del VII Congreso del Partido, una de sus últimas apariciones públicas, donde Fidel expresó: “En una reunión como esta, en la que se congregan más de mil representantes escogidos por el propio pueblo revolucionario, que en ellos delegó su autoridad, significa para todos el honor más grande que han recibido en la vida, a este se suma el privilegio de ser revolucionario que es fruto de nuestra propia conciencia”.
Y unas pocas líneas después aseguró que: “quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos. A nuestros hermanos de América Latina y del mundo debemos trasmitirles que el pueblo cubano vencerá”
Con su actitud y firmeza revolucionaria, con su entrega a las causas justas, con su ejemplo de guerrillero y soldado de las ideas el Comandante en Jefe concedió la fórmula para ser un verdadero comunista, que es ser una mejor persona, un patriota cabal y para los cubanos es la convicción de que por enormes que sean los retos se puede vencer, así lo ha demostrado este pueblo que seguirá luchando: Hasta la victoria Siempre.
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