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Fotos: Vladimir Molina

A 100 años del primer Partido Comunista de Cuba

Elvis Raúl Rodríguez Rodríguez
PCC
Conferencia de Elvis Raúl Rodríguez Rodríguez, vicepresidente del Instituto de Historia, en la conmemoración del centenario de la fundación del Primer Partido Comunista de Cuba

EL PRIMER PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Este 16 de agosto se conmemora el centenario de la fundación del primer Partido Comunista de Cuba, sin lugar a dudas, un hito histórico de trascendental significación política cuyo alcance sobrepasó las fronteras nacionales.

En un congreso, que por su composición cuantitativa parecía más una reunión ordinaria de una organización partidista, que un evento de tal naturaleza, un pequeño grupo de comunistas decidió organizarse para continuar la batalla iniciada por el mambisado cubano del 68 con plena conciencia de las amenazas y las dificultades que tendrían que superar en lo adelante. Ese día quedó oficialmente constituido el Partido Comunista de Cuba. Han transcurrido desde entonces 100 años.

Según se recoge en las actas, entre los 18 participantes se encontraban representantes del Partido Comunista Mexicano, de las agrupaciones comunistas de La Habana, Manzanillo, Guanabacoa y San Antonio de los Baños, así como del grupo de comunistas hebreos y un delegado fraternal de la juventud hebrea. Por su estructura social, prevalecían los de procedencia obrera, acompañados por un estudiante, dos maestros, un empleado público y tres intelectuales, previamente seleccionados en sus respectivas organizaciones que, según lo reglamentado, enviaron un delegado por cada 10 militantes.

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Fotos: Vladimir Molina

De los 13 integrantes de su primer Comité Central, siete eran líderes obreros de probado prestigio y autoridad y aunque casi todos carecían de una sólida preparación teórica y de experiencia en el trabajo partidista, se caracterizaban por su historia combativa y su probada lealtad a los intereses de la clase obrera y de su pueblo.

Los comunistas no pasaban de 100 en todo el país, agrupados en nueve núcleos; entre ellos se encontraban Carlos Baliño, enlace directo entre el Partido Revolucionario Cubano de José Martí, y cofundador de ambos partidos, y Julio Antonio Mella, proveniente de las filas universitarias, destacado intelectual y hombre de acción vinculado con la lucha antimachadista, reconocido líder de la Liga Antimperialista a nivel continental. Por su parte, Fabio Grobart, de origen polaco, y miembro activo de la Liga de la Juventud Comunista en su país, obligado por la brutal represión desatada contra los comunistas, llega a Cuba en 1924, se une a la Sección Hebrea de la Agrupación Comunista de La Habana y el 16 de agosto de 1925 fue también uno de los fundadores del primer Partido Comunista de Cuba. Por sus excepcionales méritos y virtudes integró su Comité Central en 1926, y desde entonces ocupó cargos de responsabilidad en la dirección del Partido.

El Partido surgió como resultado de un largo y complejo camino de luchas y de acumulación de fuerzas, voluntades y aspiraciones de la vanguardia política cubana, cuyos antecedentes inmediatos se encuentran en los finales de la centuria decimonónica. Para entonces, ya se divulgaban las ideas marxistas y las inquietudes socialistas de una parte de los obreros que en Tampa y Cayo Hueso ayudaban a la obra revolucionaria de Martí, se había fundado en 1899 el Partido Socialista de Cuba, basado en las ideas marxistas, dirigido por Diego Vicente Tejera, que más adelante, a principios de siglo sería el Partido Obrero Cubano, y luego el Partido Obrero Socialista, y por último, de nuevo, el Partido Socialista de Cuba, en el cual Baliño figuraba entre sus principales dirigentes.

Por las condiciones existentes en el país, aquel Partido no pudo desarrollar plenamente su acción. En 1923 la Agrupación Socialista de La Habana rompe con la Segunda Internacional, apoya a la Tercera Internacional, y se convierte en la Agrupación Comunista de La Habana, dirigida por Baliño, y en la cual se inicia la vida revolucionaria de Julio Antonio Mella. El triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 en la Rusia zarista, abre caminos, trasmite inspiración y aporta experiencias. Las doctrinas marxistas se habían enriquecido con la interpretación, la práctica y el desarrollo leninista.

Hacia lo interior la situación se presentaba en extremo compleja. Cuba era una república mediatizada y posesión neocolonial de Estados Unidos; existía una ignominiosa Enmienda Platt, que daba el derecho constitucional a la intervención por parte de Estados Unidos. Hacía tres meses que había sido elegido presidente de la República Gerardo Machado, que inició una de las épocas más sombrías de nuestra historia. A ello se agrega el hecho de que el movimiento sindical, no tenía todavía una sólida orientación política. Los monopolios norteamericanos eran dueños del 70% de los centrales azucareros, las riquezas, la prensa, la universidad, las escuelas, el ejército, la policía, el parlamento, el poder judicial y los partidos políticos corrompidos; eran los dueños de la República.

En aquellas sesiones de trabajo, no fue posible aprobar un programa. Las condiciones no estaban creadas para ello. No obstante, el congreso tomó un grupo de acuerdos que le permitía ejercer su trabajo con las masas; se aprueba el primer Estatuto y se traza un programa de lucha; estableció la obligación de trabajar en los sindicatos y en otras organizaciones de masas, de organizar a los campesinos y luchar por los derechos de la mujer y la juventud.

Uno de los acuerdos más relevantes fue afiliarse a la Internacional Comunista, fundada por Lenin en 1919, así quedó vinculado con el movimiento comunista no solo en lo político e ideológico, sino también, orgánicamente.

La creación del primer partido comunista constituyó un cambio cualitativo en el panorama político del país. Hasta entonces, todos los existentes, con independencia de sus matices, representaban los intereses de una misma clase y tras ellos, de una forma u otra, estaba el imperialismo norteamericano. A partir de entonces, aparecía en el escenario político un partido de corte marxista-leninista, con sólidos vínculos con el movimiento obrero, decidido a dar respuesta a una apremiante necesidad histórica del país: fusionar la lucha por la liberación nacional con la lucha por la liberación social, aspecto no concebido hasta entonces por ningún partido político de los existentes en la época. Apareció en la palestra pública un nuevo actor, cuyos objetivos chocaban con los intereses de las clases poseedoras de capital y del poder real en el país.

De ahí que, a lo largo de sus treinta y seis años de existencia, el Partido Comunista de Cuba, denominado más tarde Unión Revolucionaria Comunista y, con posterioridad, Partido Socialista Popular, se planteara como objetivo estratégico el logro de la independencia nacional y la construcción de una sociedad socialista.

Por eso, su surgimiento fue visto con preocupación por el gobierno de los Estados Unidos; la política de persecución no tardó en agudizarse. Se les negó su inscripción en el registro de asociaciones; José Miguel Pérez, su secretario, es detenido y expulsado del país junto a otros inmigrantes. Julio Antonio Mella es apresado, acusándolo de terrorista y tras la heroica huelga de hambre protagonizada por este para obtener la libertad, lo obligó, bajo amenaza de muerte, a salir del territorio; en el propio año 1925 inició la primera causa judicial contra su dirección lo que repitió en 1927; los militantes fueron sometidos a todo tipo de atropellos con el fin de apartarlos de las masas.

La salida de esos dirigentes, más la muerte de Carlos Baliño en 1926, resultaron sensibles pérdidas. Sin embargo, se observaba un ascenso de la actividad de la clase obrera, dado el liderazgo de Rubén Martínez Villena, quien antes del ascenso de Machado al poder ya se había destacado en el Movimiento de Veteranos y Patriotas y durante la Protesta de los Trece. Por entonces no pertenecía al partido, pero sin duda su ideología y su defensa de los intereses de la clase obrera lo ubicaron como líder sin igual; desde su puesto en la Confederación Nacional Obrera de Cuba era considerado el principal dirigente de la clase obrera y de otros trabajadores. Ingresa a sus filas dieciocho meses después de la fundación del Partido; más tarde fue cooptado para el Comité Central y se convirtió en su principal dirigente, aun cuando nunca aceptó el cargo de secretario general. Hombre de solidas convicciones políticas, ya sin energías para seguir luchando, murió en defensa de un ideal y clamando por la necesaria lucha para matar bribones, tarea que emprenderían años más tarde otros jóvenes de la Generación del Centenario.

Los primeros ocho años de vida del partido estuvieron asociados a la dictadura machadista, por lo que su actividad se desarrolló en condiciones muy duras y en su mayor parte en la clandestinidad o semiclandestinidad; enfrentar una situación tan compleja le hizo cometer errores en sus enfoques y en su actuación. Sin embargo, aun en estas condiciones, se observó una elevación constante de su influencia y de su prestigio entre las masas trabajadoras.

Con la caída de Machado, se abrió un período de semi-legalidad para el Partido; ante la situación creada después del derrocamiento del régimen, lanzó la consigna de lucha por un gobierno de obreros y campesinos. Como respuesta de los trabajadores a este llamado se produjo la proclamación de los "soviets" en varios centrales, que como señalara Raúl en ocasión del aniversario 60 de la constitución del Partido, si bien no respondían a las necesidades de la realidad cubana de aquel momento sin duda fue una muestra de la capacidad movilizadora del Partido. A ello se agrega la solidaridad que los comunistas brindaron a las heroicas luchas que en defensa de su derecho a la tierra mantenían los campesinos de Realengo 18, en la actual provincia de Guantánamo.

En la segunda mitad de la década del treinta, ante el agravamiento de las condiciones político-sociales imperantes en el país, ocasionada por el binomio Batista-Mendieta, con el telón de fondo de la Embajada americana y los dictados del embajador Jefferson Caffery, el Partido se dio a la tarea de rehacer lo destruido y consolidar su organización para continuar adelante; promovió un importante y dinámico movimiento por reconquistar los derechos y libertades arrancados al pueblo, enarbolando la consigna de unidad frente al despotismo de Batista y el imperialismo.

Un mérito extraordinario del Partido en estos años, convulsos y contradictorios, consistió en la realización de la campaña de solidaridad en defensa de la República Española, reflejada en el envío de unos mil combatientes voluntarios a las Brigadas internacionales, la mayor cifra entre los procedentes de América Latina. Por primera vez los cubanos marchaban de esta forma a otro país a brindar su ayuda generosa y desinteresada. Con la sangre de decenas de sus componentes, escribieron una brillante página de heroísmo en la lucha antifascista. Pablo de la Torriente Brau, simboliza la expresión más elevada de aquellos que en tierra hispana hicieron valederos los elevadas principios del internacionalismo.

Para el Partido los años comprendidos entre 1938 y 1944 fueron significativos. Después de 13 años en la clandestinidad, en 1938 el Partido obtuvo, por la presión obrera y popular, su legalización lo que le permitió ampliar y consolidar su esfera de influencia y acción. De inmediato se publican el periódico "Noticias de Hoy", su órgano oficial y la revista teórica "Fundamentos", y gracias a una contribución popular sin precedentes salió al aire la emisora radial Mil Diez, tres importantes medios para la divulgación de las ideas marxista-leninistas. De igual modo, en el período la militancia creció en más de 8 veces. Significativa connotación tuvo la creación de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) y la elección del querido líder comunista Lázaro Peña como su Secretario General. En ese marco tuvo lugar la promulgación de la Constitución de 1940 en cuya elaboración el Partido Comunista desempeñó un importante papel. Al valorar la actividad del Partido en ocasión del 60 aniversario de su fundación, Raúl fue enfático al expresar:

Con independencia de las consideraciones que a la luz de los resultados de una u otra táctica pueden hacerse ahora en el plano de la indagación científica, no caben dudas que el Partido tuvo que enfrentar una situación política complicada y compleja de la que no es posible hacer abstracción al enjuiciar este momento de su vida. Por encima de los veredictos y las especulaciones nadie puede negar, sin faltar a la verdad, que de forma consecuente, con fidelidad y tesón, los comunistas defendieron por todos los medios los intereses de la clase obrera cubana y del pueblo en general y sirvieron al objetivo central que en aquel momento perseguía la humanidad progresista: la derrota del nazi fascismo.

La salvaje ofensiva reaccionaria desencadenada contra el movimiento obrero y comunista en todo el país, marcó el inicio de una nueva etapa para los comunistas cubanos. A partir de 1947 el asalto sistemático de los sindicatos, el reinicio de la persecución encarnizada de comunistas y dirigentes obreros, y el crimen organizado imperaban por doquier.

Precisamente es en este período que se produce, entre otros, el asesinato en Manzanillo de Jesús Menéndez el 22 de enero de 1948. Peores momentos aguardaban a nuestro pueblo.

El período de posguerra y la política de guerra fría trajo un cambio radical en la situación nacional e internacional. Comenzó una etapa turbulenta, la situación reinante se tornó sombría y dramática como consecuencia del golpe reaccionario y traidor del 10 de marzo de 1952. Las fuerzas políticas se definieron con absoluta transparencia. Las organizaciones revolucionarias, digase Movimiento 26 de Julio, Partido Socialista Popular y Directorio Revolucionario 13 de Marzo, coincidentes en objetivos estratégicos, emplearon procedimientos tácticos que los desunía en el enfrentamiento diario a la tiranía, que con el tiempo y la propia obra de la revolución en proceso, encabezada por la Juventud del Centenario con Fidel al frente, se fueron eliminando y juntas dieron la batalla final. Así se unieron las organizaciones revolucionarias para enfrentar los nuevos retos de la revolución, primero reconociéndose como tal cada una, después coordinando acciones y, por último, unidas en ideales y objetivos.

En estos 100 años no poco se ha escrito sobre el primer Partido Comunista de Cuba con diferentes posiciones ideológicas y objetivos. Sin dudas, una de las mejores obras, por el rigor científico, la profundidad y objetividad en su análisis, es la escrita por la historiadora Angelina Rojas Blaquier,  denominada  “EL primer PCC”, publicada en tres tomos por la Editorial Oriente en el año 2005.

 Negar sus desaciertos en uno u otro momento no les resta el valor de la labor realizada por que en definitiva fue el propio partido quien asumió con profundo espíritu crítico su propia obra; en el balance general de su existencia no hay comparación posible entre los equívocos y los aciertos. Su actividad se caracterizó por la fidelidad a la clase obrera, al pueblo y alcanzar la victoria sobre el capitalismo.

Como explicara Fidel, un día dejó de existir el Movimiento 26 de Julio, dejó de existir el Partido Socialista Popular, y dejó de existir el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, para constituir todos, las bases de nuestro gran Partido Comunista de hoy. Un partido, no tres o cuatro partidos. Un partido con la única ideología verdadera y científica. Un partido como el Partido de la Independencia de José Martí, como puntualizara Fidel.

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Fotos: Vladimir Molina

No es posible hablar de ese, nuestro primer Partido Comunista, sin mencionar a Blas Roca, quien consagró su vida, su inteligencia y su pasión revolucionaria a la grandiosa obra del socialismo.

Desde 1934 condujo al Partido, sorteando los peores obstáculos en la consecución de los nobles objetivos de la emancipación plena de la Patria y del hombre.

Con acendrado patriotismo y seguridad en el futuro, como señaló Raúl, puso en manos de Fidel la bandera del Partido después del triunfo de la Revolución, evidenciando la honestidad revolucionaria y el desinterés sin par propios de los hombres de excepcional conciencia política y estatura moral. El compañero Fidel Castro, dijo Blas en aquella memorable ocasión "ha demostrado una capacidad genial para conducir la Revolución, frente a todos los obstáculos y dificultades, hacia la construcción del socialismo, mediante el establecimiento de la propiedad colectiva sobre los medios fundamentales de producción y la eliminación de la propiedad privada imperialista, latifundista y capitalista.

Hace cien años que se fundó el primer Partido Comunista de Cuba, continuidad del Partido de Martí, antecesor del Partido de Fidel, el actual Partido Comunista de Cuba, que hoy también enfrenta no pocos obstáculos frente a un imperio que hace todo lo posible por barrer el ideario revolucionario de este pueblo, eliminar las bases sociales de nuestra Revolución y hacernos regresar al pasado oprobioso que vivimos antes de enero de 1959.

Frente a esos nuevos retos se impone la voluntad de la vanguardia política de hoy, consciente de su papel en la salvaguarda de las conquistas alcanzadas y la alta responsabilidad en la continuidad histórica de una obra que fue iniciada por los mambises del 68 y que frente a enormes desafíos sigue apostando por el socialismo, por el bienestar humano, con todos y por el bien de todos, en una Revolución de los humildes, con los humildes y para los humildes.

Con la fuerza que inspiró aquel pequeño destacamento de comunistas, las ideas y enseñanzas de Martí, de Mella y Baliño, de Blas, Fidel, Raúl y la generación histórica y el ímpetu de la vanguardia política de hoy, junto a nuestro pueblo, gritemos con sano orgullo, ¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA!

MUCHAS GRACIAS

Palabras clave
Partido Comunista de Cuba

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