Sociedad
Foto: Estudios Revolución

Nada le es ajeno al Partido

Gustavo Robreño Dolz
PCC
Los resultados, acuerdos y decisiones adoptados en el VIII Congreso del Partido y en los trascendentes eventos del pasado diciembre y enero confirman una vez más los principios irrenunciables de la Revolución Cubana, inspirados por Fidel desde sus momentos fundacionales y proseguidos siempre a través de sus más gloriosos momentos y sus más duras y difíciles luchas, hasta hoy.

Si examinamos por un momento el desarrollo de los importantes acontecimientos que se efectuaron en nuestro país a lo largo  del pasado mes de diciembre y las intervenciones de Raúl y Díaz-Canel en el 65 Aniversario, es evidente que fueron la confirmación, -una vez más,- de los principios irrenunciables de la Revolución Cubana de los cuales fue Fidel continuador e inspirador en sus etapas históricas más recientes hasta hoy.

En medio de jornadas que ya son también históricas, de trabajo incesante, reflexión serena y debate activo, se examinaron las más difíciles y peligrosas coyunturas del acontecer nacional e internacional; las que nos ha impuesto el enemigo y las que pueden ser consecuencias de errores, descuidos y debilidades propias.

Todo cubano que así lo deseó pudo verlo directamente por televisión o escucharlo por radio. No estamos contando nada que no se conozca. Así trascendieron aquellos días que convocan a una  segunda fase aún más compleja y difícil: la del cumplimiento efectivo de todo lo acordado y enunciado.

Lo ocurrido sirvió también para ratificar que la Revolución Cubana, su partido de vanguardia y sus órganos de poder estatal no han perdido su capacidad de rectificación y de análisis, ni la estrecha vinculación con las masas y su respeto al pueblo, todo lo cual queda expresado en un principio más abarcador y sólido: unidad es continuidad.

Los cubanos hemos tenido esa oportunidad y disfrutado de ese privilegio que otros añoran: de Varela y Luz a Céspedes y Agramonte; de Martí y Maceo a  Mella y Guiteras; de Frank País y José Antonio Echeverría al Che y Camilo y hemos tenido a Fidel y Raúl educando con su ejemplo, inspiración y guía a las generaciones posteriores, incluidas las que hoy dirigen.

El VIII Congreso del Partido sirvió de punto de partida para no pocas transformaciones y renovados enfoques en el trabajo de la organización política y también de las instituciones del Gobierno y del Estado, que ya venían avanzando en esos temas desde la proclamación de la nueva Constitución de la República en 2019.

La Carta Magna aprobada de forma mayoritaria y abrumadora por nuestro pueblo,  actualizó, reajustó y consolidó principios inquebrantables dentro del rumbo irrevocable de la construcción socialista cubana, acorde con nuestras condiciones específicas, concretas e históricas, las que hicieron posible y victoriosa la Revolución encabezada por su líder máximo Fidel Castro y por la generación histórica que lo acompañó sin vacilaciones.

Las ideas, directrices y conceptos que definió el VIII Congreso están en la base,  señalan el rumbo y expresan el legado de Fidel aparecido nítidamente en su Concepto de Revolución. Junto a las resoluciones y acuerdos de este Congreso están las palabras del Primer Secretario, en sus diversas intervenciones, donde se encuentra todo el andamiaje político-ideológico que hoy sustenta el quehacer y los destinos de nuestra Cuba actual; ellos no son otros que la prosperidad y la sostenibilidad, con democracia socialista, participación popular y defensa incondicional de la Revolución mediante una resistencia activa y creativa expresada en la economía y la producción, en los conceptos y las ideas.

Fruto de lo anterior y siguiendo la línea fidelista de vinculación estrecha con las masas para conocer sus necesidades, aspiraciones y opiniones, se llevan a cabo las visitas integrales del Primer Secretario y del Secretariado del Comité Central, las visitas gubernamentales y las parlamentarias que conforman en su conjunto, parte inseparable de un sistema de gobierno que ha de ser ágil, coherente y capaz de explicar o esclarecer de manera convincente y oportuna cualquier insuficiencia, limitación o error así como también los avances, logros y éxitos obtenidos en cualquier esfera de la sociedad con el mayor mérito y esfuerzo, pues ellos se alcanzan en dura  lucha contra un enemigo cruel e inescrupuloso que hace todo por destruirnos.

Es la forma de ir desarrollando la “cultura de hacer política”, a la que el Primer Secretario se ha referido en diferentes ocasiones y a la cual deben tributar también el Poder Popular, las organizaciones de masas y sociales, como partes inseparables y vitales del vasto entramado que compone el mencionado trabajo político-ideológico, cuando se realiza en su integralidad, eficiente y efectivamente.

Las visitas y recorridos del Primer Secretario y del Secretariado del Comité Central y las asambleas de balance celebradas a lo largo y ancho del país, -incluyendo sus 16 provincias y el Municipio Especial,- fueron suficientemente amplias y profundas a la vez como para poner de manifiesto y reiterar un concepto esencial: NADA ES AJENO AL PARTIDO.

Cúmplase así por todos y para todos el Articulo 5 de la Constitución de la República, que lo establece como fuerza política dirigente y superior de la sociedad y el Estado para la construcción del socialismo. Tal como se conoce y recogen sus propios estatutos, el Partido no administra, ni gobierna ni legisla, pero sí orienta, exige y controla. Digamos que también influye decisivamente y participa activamente mediante su acción eficaz y decidida y la ejemplaridad de su militancia tanto en lo público como en lo particular.

Sabemos que los militantes de nuestro Partido tienen que serlo bajo cualquier circunstancia y desde los niveles más modestos hasta las más altas responsabilidades. Si el Partido Comunista de Cuba mantiene hoy invictas su autoridad moral y prestigio, se  debe en buena medida a que está integrado por hombres y mujeres que han cumplido con estos principios y porque la organización ha sabido mantener el sabio criterio de Fidel al respecto: ni tolerantes ni implacables. La ejemplaridad del Partido en su conjunto tiene que estar representada en cada uno de sus militantes en lo individual.

Por ser un Partido único y en el poder, con el apoyo mayoritario y sostenido de la población, -ratificado en mandato constitucional,- y por ser el heredero legítimo e histórico de las heroicas luchas del pueblo cubano por la soberanía nacional, la independencia económica y la justicia social, el Partido Comunista de Cuba asume en su accionar y mediante los mecanismos establecidos las mayores responsabilidades políticas, económicas, sociales, culturales, internacionales y de defensa y seguridad, incluidas entre ellas de manera preferencial y prioritaria las que tienen que ver con el nivel de vida de la población y la satisfacción de sus necesidades más perentorias, en la medida de las posibilidades reales del país.

Igualmente, el Partido acompaña e impulsa el desarrollo de la ciencia, la técnica y la innovación; de la salud y la educación pública gratuitas y de calidad; de la creación cultural y artística y la práctica del deporte: de la asistencia y seguridad social y la protección de las capas más desposeídas o vulnerables; de la defensa de la patria, el orden interior y la seguridad ciudadana; de la preparación militar en el marco de la Doctrina de la Guerra de todo el Pueblo y los planes que de ella se derivan.

Actuando a través del trabajo político-ideológico y organizativo inteligente, audaz, científicamente argumentado y con agudo sentido del momento histórico (como nos pide el concepto de Revolución), el Partido ha de estar en la búsqueda incesante de iniciativas y alternativas en todos los niveles, escuchando las aspiraciones de las masas y vinculado a ellas de forma natural y espontánea, sin descuidar su vida interna, de modo que pueda enfrentar organizadamente las numerosas tareas externas que le corresponden en sus relaciones internacionales.

 No olvidemos que un partido en el poder encara un complejo de todos los retos y desafíos del país  más las necesidades propias de la organización, incluidas la atención a la política de cuadros y a la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), vista esta última como su natural fragua y cantera. Ninguna disposición, por tanto, puede oponerse al principio de que NADA ES AJENO AL PARTIDO.

En el caso de Cuba, los orígenes y trayectoria de nuestro proceso revolucionario han demostrado el papel imprescindible de las organizaciones de masas y sociales, algunas de ellas con un extenso aval histórico como la CTC y la FEU y otras totalmente originales en sus  objetivos y funcionamiento como los CDR y la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

Respecto al sistema del Poder Popular, recordemos que este fue diseñado también de acuerdo con las características, antecedentes, condiciones propias y perspectivas de nuestra nación, como órgano supremo del poder del Estado socialista de derecho que construimos y perfeccionamos constantemente; desde los delegados de circunscripción hasta los diputados a la Asamblea Nacional, el Consejo de Estado, los Consejos Populares, las Gobernaciones provinciales y las asambleas municipales.

Es el eje de la estructura jurídica del país y la garantía de su constitucionalidad, institucionalidad y legalidad. Pero su función no es solo normativa o administrativa sino es también política y ello reclama de un contacto directo con la población, la misma que lo ha elegido democráticamente según la Ley Electoral vigente.

El Poder Popular en todas sus instancias, también hace política y es acompañante de otros factores  en esa tarea junto al Partido, las FAR y el MININT, las organizaciones de masas y sociales y los medios públicos de comunicación. Cada problema resuelto, cada obra realizada, cada explicación oportuna y bien argumentada se convierten en resultados efectivos y contribuciones del Poder Popular a la “cultura de hacer política”.

El VIII Congreso del Partido representó un importante desarrollo hacia planos más elevados de la cultura política y evidenció, por otra parte, que ella necesita de mucha coordinación y coherencia. Confirmó que la unidad es continuidad; que es martiana, marxista leninista y fidelista.

 

 

Palabras clave
Cuba_Partido_Poder Popular

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