La chispa de la rebelión: el levantamiento de 1956 en Santiago de Cuba
La misión era clara: desatar la chispa de la insurrección en la Cuba de 1956. Con una estrategia meticulosamente trazada y un líder sin igual al frente, un grupo de jóvenes valientes se preparaba para un alzamiento que marcaría la historia de la nación. Frank País, el estratega audaz, había convocado a sus compatriotas a levantarse contra la opresión, instándolos a actuar con determinación y coraje.
Así, en la madrugada del 30 de noviembre, las calles de Santiago de Cuba se convirtieron en el escenario de una batalla épica, caracterizada por el clamor de libertad.
El plan comenzó una vez recibida la enigmática señal telegráfica: “Obra pedida agotada. Editorial Divulgación”. Este mensaje anunciaba la inminente llegada de Fidel Castro y sus intrépidos expedicionarios, dispuestos a desafiar la tiranía, y buscaba apoyarlos.
Frank delineó los objetivos de esta audaz acción: cercar y hostigar el emblemático Cuartel Moncada mediante el estruendo de morteros y la captura de armamento, atacando a la Policía Marítima, a la Nacional y la ferretería de la Plaza Dolores.
La estrategia contemplaba, además, la incorporación de los nuevos combatientes que se sumarían desde los lugares cercanos a la zona del desembarco.
En las primeras horas del 27 de noviembre llegó el telegrama, y no fue hasta el 30 que en las calles de El Tivolí destacaría el uniforme verde olivo y el brazalete rojo y negro entre el estruendo de las balas y los gritos de ¡Viva Cuba Libre!
"Era hermoso el espectáculo de un pueblo cooperando con toda valentía en los momentos más difíciles de la lucha”, expresó Frank sobre el hecho.
El propósito de estos insurrectos de atraer la atención de las fuerzas del régimen de Fulgencio Batista, se vio truncado cuando uno de los guardias enemigos descubrió a los revolucionarios.
Cócteles Molotov volando, Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada entre el fuego y la metralla. Ellos perecieron en la Loma del Intendente, peleando por la independencia.
Los planes no marchaban según lo previsto, solo la toma de la Capitanía del Puerto resultó exitosa sembrando la confusión entre los guardias y asegurando armamento vital para el Movimiento 26 de Julio.
En el asalto al Moncada, el mortero falló en el instante decisivo impidiendo el éxito de la acción. La resistencia se extendió por la región oriental y más allá.
El Granma por su parte tampoco arribó el día del alzamiento, llegaba a costas cubanas el 2 de diciembre de 1956.
Las fuerzas batistianas celebraron la represión al movimiento revolucionario en Santiago de Cuba, las pérdidas de vidas valiosas y la detención de gran parte de los expedicionarios. No tenían idea alguna de que el levantamiento marcaría el inicio de la cuenta regresiva para la tiranía.
Aquel día de lucha se inscribió en los anales de la historia como el primer acto de una gesta que abriría las puertas a la definitiva lucha armada por la libertad.
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