
LA TAREA PRIMORDIAL ES MOSTRAR, POR LA VÍA DEL EJEMPLO, EL CAMINO DEL CUMPLIMIENTO DEL DEBER
Che por el Che
Al Che le recordamos todos los días, más que por sus palabras, por su ejemplo, sobre todo cuando enfrentamos los desafíos de construir el desarrollo económico del país en condiciones de guerra económica y bloqueo con “máxima presión”, como han impuesto los jefes de turno del imperialismo de hoy.
En vísperas de su cumpleaños 97 tomamos este trabajo, donde convoca al ejemplo en una asamblea con los trabajadores portuarios el 6 de enero de 1962 y lo dice claro: la principal tarea revolucionaria es cumplir cada uno con su deber y el mejor trabajo político es mostrar con el ejemplo el camino del cumplimiento del deber.
Y como si fuera hoy convoca a producir, a desarrollar la economía para ser soberanos, y asegura que esa es una tarea tan importante como la defensa militar del territorio nacional.
Explica, así mismo, que la plusvalía que antes se apropiaba el capitalista para hacerse rico y muy rico, en el socialismo cubano se revierte en beneficio de toda la sociedad en más inversiones en el desarrollo económico y las condiciones de trabajo, en la producción de mercancías y servicios para el consumo popular, en la educación, la salud y la seguridad social para todos, en el disfrute del arte, la cultura y el deporte para todos.
Amado Soto
LA TAREA PRIMORDIAL ES MOSTRAR, POR LA VÍA DEL EJEMPLO, EL CAMINO DEL CUMPLIMIENTO DEL DEBER
(Discurso pronunciado en la Asamblea de Producción de los trabajadores portuarios,
el 6 de enero de 1962)
Compañeros trabajadores:
Hoy estamos reunidos, si se quiere, en esta asamblea o en este grupo de trabajo, para hacer una breve síntesis de lo que se ha hecho en el país en general, en este sector en particular, y de lo que debemos hacer este «Año de la Planificación» y la significación que tiene para los años futuros, porque precisamente planificación significa previsión, auscultación del porvenir, obtención de fórmulas racionales para prevenir los acontecimientos futuros y darles la mejor solución.
Estamos reunidos en este amplio salón, en este momento, y en él se observan una serie de claros, falta gente aquí. ¿Por qué falta gente? Porque hoy, precisamente, muchos de los compañeros de esos sectores que faltan y otros que han mandado su representante, están cumpliendo tareas de producción, tareas que no se pueden dejar para después. Y yo creo que ese es el mejor homenaje que se puede hacer a la Revolución y la mejor demostración del espíritu nuevo que nuestro pueblo está adquiriendo.
Es decir, de todas las tareas revolucionarias, la primordial, la fundamental, es cumplir cada uno con su deber. El mejor adoctrinamiento revolucionario que puede existir es mostrar, por las vías del ejemplo, el camino del cumplimiento del deber.
Este año, el que ha pasado, ha sido un año de profundas conmociones políticas y sociales en nuestro país, un año de importancia en el mundo entero también, donde se ha marcado ya patente, en América, el viraje de los pueblos que toman decididamente el camino de su liberación, y, con la vanguardia de Cuba en estos momentos, se aprestan a dar luchas definitivas contra el imperialismo.
Nosotros debemos considerar siempre, cuando analicemos nuestro trabajo, ese deber que tenemos, deber de trabajadores y luchadores de vanguardia, en uno de los frentes más difíciles del mundo actual en esta lucha, en esta guerra a muerte sin cuartel contra el imperialismo, que sólo acabará con la liquidación definitiva del imperialismo como sistema de explotación internacional de los pueblos.
Por eso es que es tan importante nuestra tarea, por eso es que siempre tenemos que darle a nuestro trabajo el sello de responsabilidad y de seriedad que entraña ser el espejo donde se miran todos los pueblos de América, no diremos del mundo —no somos un país tan grande, una potencia tan fuerte—, pero sí de América.
Hemos dado un aporte muy grande a la teoría revolucionaria, incluso, demostrando cómo un pequeño país puede liberarse a sí mismo por la fuerza de las armas de su pueblo insurreccionado, y cómo puede hacer algo que para el futuro es más importante aún, que es mantener la forma de gobierno que se dio ese pueblo a sí mismo frente a todas las agresiones de la reacción inter nacional.
¿Cómo se realiza esa defensa? Se realiza, en sentido general, en dos caminos igualmente importantes. Uno de ellos es la defensa armada de nuestro territorio, la defensa contra todos los agresores internos, contra todos los miembros de las clases destronadas, que tratan de reimplantar un viejo orden de oprobio en el país, y contra los agresores extranjeros.
Ustedes hace pocos días han visto por televisión, digamos, la comparecencia de dos agentes de la CIA enviados a cumplir tareas específicas de sabotaje; y, aunque cubanos de nacimiento, agentes directos del imperialismo yanqui y, por lo tanto, imperialistas de corazón.
El otro camino es el camino de la producción, el camino de la construcción del socialismo en nuestro país. Y si aquel otro, el camino de la defensa armada, es un deber impostergable de cada uno y algo que debemos realizar, o probablemente debamos realizar todos en un momento dado si se produce la agresión que estamos viendo fraguarse, sin embargo, la tarea de la producción, la tarea de la construcción del país, esa es una tarea de todos. Una tarea donde no puede haber momentos de descanso, y donde no hay, ni puede haber, momentos en que se afloje la atención de nuestro pueblo, porque allí también tratan de debilitarnos.
Ustedes son testigos de excepción de todos los acontecimientos que han ocurrido en estas áreas vitales de la producción del país como son los puertos, ustedes son testigos de los grandes cambios ocurridos en la composición de nuestro comercio exterior, son testigos, también, de cómo hemos debido variar, en el breve lapso de un año, totalmente la estructura de nuestras importaciones, la procedencia de nuestras importaciones y los tipos y ritmos de nuestras exportaciones, han sido testigos, también, de todos los inconvenientes que esto ha traído.
Y han sido no sola mente testigos, sino factores primordiales de la solución de buena parte de estos inconvenientes. No quiero decir, de ninguna manera, que se hayan solucionado todos. En líneas generales, echando un vistazo al pasado, podemos decir que el año 1961 ha sido un año de triunfos importantes, no solamente en el camino de la defensa armada, en el sector de la defensa armada de nuestra soberanía, sino también —y quizás con tanta importancia como en el otro aspecto—, de la defensa vigilante, mediante la producción de nuestra soberanía.
Nosotros somos todavía un país que depende, no para su desarrollo, para su vida diaria, de las importaciones provenientes del extranjero. Toda la estructura de nuestra industria estaba basada, y todavía hoy está basada, en la importación de materias primas. ¿Por qué? Muy sencillo de explicar ahora. Porque las agencias imperialistas colocaban aquí fábricas satélites para producir más barato, para enviar su mercancía que no podía ser colocada en áreas de mayor competencia, es decir, en una palabra, para crear situaciones de desahogo a su industria y de explotación masiva del pueblo.
De esa manera se fueron creando las industrias que necesitaban para vivir de la importación de materias primas provenientes de los Estados Unidos, y de la importación de maquinarias y de repuestos provenientes también, funda mentalmente, de los Estados Unidos.
Estamos en un gran proceso de cambio, y estamos todos los días luchando por aprovechar nuestras materias primas, por liberarnos de ese pesado yugo que significa el depender para la producción de nuestras fábricas, para el consumo interno de nuestro país, de todas las materias primas que vienen del extranjero.
Pero eso es una tarea de años, mientras dure todo ese cambio que nunca será definitivo, la importancia del trabajo en los muelles será muy grande. Yo creo, sí, que fundamentalmente y antes que nada, los trabajadores marítimos y los trabajadores de los muelles merecen nuestro más cálido reconocimiento.
No venimos nosotros a buscar el reconocimiento fácil de ustedes en forma de aplauso, no venimos a «pasarles la mano por el lomo», como vulgarmente se dice. Hacemos un reconocimiento objetivo de la tarea realizada, y más aún considerando las difíciles situaciones creadas por todos los antecedentes del trabajo de ustedes.
La clase obrera que trabajaba en los puertos tenía toda una serie de particularidades, igualmente la que trabajaba en nuestra Marina, hoy ya con cierta pujanza, desarrollándose cada vez más. Por ejemplo, los marinos navegaban, fundamentalmente, de aquí a Nueva Orleans, a algún puerto de los Estados Unidos, eran travesías cortas, eran travesías que, desde el punto de vista de los sufrimientos físicos, eran bastante limitadas y estaban en constante contacto con nuestro país.
Hoy los compañeros de ese sector deben de realizar travesías muy largas en barcos muy pequeños, no aptos en realidad para ese tipo de travesía, deben ir a regiones del mundo muy inhóspitas, deben atravesar los océanos más difíciles. Y toda esa tarea se ha realizado y se está realizando continuamente.
No diré que todo el mundo ha comprendido en la misma forma la necesidad de realizar esto, no diré que todo el mundo ha respondido al llamado de la Revolución, de las necesidades de la patria, con el mismo vigor y con el mismo entusiasmo. Pero, a nosotros nos interesan los resultados de conjunto, y el conjunto de ese trabajo, de los compañeros de la Marina, es muy importante y muy positivo.
Igualmente que los compañeros que trabajan en los muelles. También aquí ha habido que superar muchas deficiencias, incluso de tipo ideológico, muchas incomprensiones, producto natural de otra época. Recuerdo, incluso, mi experiencia personal un día que vinimos a hacer trabajo voluntario, cómo se creó cierta desazón entre los trabajadores del puerto, cómo se pensaba que iba a producirse un desplazamiento, cómo se empezaba a pensar en los daños económicos que podía reportar al sector del puerto el que se hiciera una movilización nacional, un esfuerzo de trabajo, en este ramo. Todo eso ha sido superado.
Y ¿todo eso no era el producto de una falta de conciencia de los obreros? Era, sí, en cierta manera, deficiencias en la conciencia clara de las necesidades del país, pero también era mucho, y en grado mayoritario, el producto de nuestras deficiencias en la organización del trabajo en el puerto, en la explicación de la necesidad de cada uno de estos acontecimientos, en el diálogo continuo, franco, con la clase trabajadora, para explicar los proyectos del Gobierno, para explicar los problemas que pudieran surgir por estos proyectos, y para aclarar cualquier duda que hubiera en la clase obrera.
Hemos arribado ya al principio de este «Año de la Planificación» y planificación significa, ante todo, organización. Nosotros tenemos que planificar, es decir, prever inteligentemente, a grandes rasgos, todo lo que va a ocurrir en el país, y debemos trabajar todos los días en la organización: organización de nuestros aparatos directivos y organización de nuestros aparatos de masas, para que trabajen mejor y para que trabajen más juntos, uno y otro, en la consecución de un fin común, que es el de la creación del socialismo en Cuba.
Aquí nosotros tenemos que apuntar que debemos de luchar, fundamentalmente, por una cosa, que es el aumento de la productividad. ¿Y cómo se mide el aumento de la productividad? La productividad tiene un resultado final, es decir, que cada obrero, en un tiempo dado, ha producido más que en otro tiempo dado, ha aumentado el producto de su trabajo en ese tiempo.
¿Cómo se realiza? ¿Mediante un mayor esfuerzo personal? Sí, en algunos casos puede ser mediante algún aumento de trabajo personal, de esfuerzo personal, pero, fundamentalmente, se refiere la productividad no al aumento del trabajo físico, personal, sino al aprovechamiento del trabajo de cada uno. Se aprovecha mediante la organización del trabajo, cuando no hay hombres innecesarios en puestos innecesarios, cuando cada uno tiene que cumplir su tarea durante determinadas horas, y en esas horas está ocupado, produciéndola. Si no, tiene que producir, a lo mejor, un esfuerzo muy grande en algunos minutos, y después quedan dos o tres horas, o quien sabe cuánto tiempo, sin hacer nada, porque hay una falta de coordinación en el trabajo.
Se produce, también, un aumento de la productividad cuando los compañeros cumplen con su trabajo día a día. Es decir, que la productividad no se debe medir nunca en los días en que el obrero ha trabajado, sino en los días en que el obrero debe trabajar. Si un obrero rinde un trabajo medianamente bueno durante los veinticuatro o veinticinco días del mes, en definitiva ha rendido mucho más que otro que haga un esfuerzo excepcional diez o doce días, y falte los otros. Es decir, que la lucha contra el ausentismo debe ser aquí, y quizás aquí más que en muchos de los lugares del país, una lucha importante.
Una tarea de creación de conciencia de la clase obrera es luchar contra el ausentismo, el obligarse cada uno de por sí a cumplir con sus obligaciones y a cumplirlas durante todos los días del mes, y durante todos los días del año, sin faltar, o faltando solamente cuando es imposible dejar de hacerlo, cuando hay situaciones de causa mayor que lo obliguen.
Pero debe recordar el obrero que estar presente en su puesto de trabajo es estar presente en su trinchera, en una lucha que es a muerte, una lucha que no reconoce claudicaciones y una lucha en la que la derrota significa la derrota de todos sin excepción, no la derrota de unos dirigentes, no la derrota de un sistema, la derrota de cada uno de los trabajadores en cada uno de los puestos de trabajo de todo el país. Por eso es tan importante luchar contra el ausentismo.
Y hay otra forma de aumento de la productividad, la más cómoda desde un punto de vista: el aumentar la mecanización, el dotar a los puestos de trabajo de máquinas que hagan el trabajo que estaban realizando los hombres físicamente. Es la gran aspiración de todos nosotros, que todo el trabajo del país, en el menor tiempo posible, se mecanice. Naturalmente, no es una tarea de un año ni de unos días.
Naturalmente, aquí surge también otro de los grandes problemas, una de las grandes luchas —ya seculares— de la clase obrera contra el capitalismo. Cada vez que en un sistema capitalista una máquina aumentaba la productividad, había un número de obreros que quedaba desplazado. El antagonismo entre la máquina y la clase obrera ha sido un antagonismo que tiene ya siglos de existencia. Desde que la primera máquina salió dentro de una organización fabril, en Inglaterra, hace ya tres siglos, ya empezó a desplazar obreros. Y desde aquel momento hasta ahora, sistemáticamente, donde el imperialismo ha aumentado la productividad del trabajo en base a la mecanización, ha habido obreros desplazados.
Y en el sistema capitalista se necesita tener lo que se llama el ejército de reserva, la fuerza de trabajo desplazada de la producción, la fuerza de trabajo que esté anhelando ocupar un cargo —de cualquier tiempo que sea— para comer y para dar de comer a sus hijos. Esa es la fuerza de choque que ha dividido constantemente a la clase obrera.
Cuando un sindicato, una federación, o todo el pueblo, se levantan y tratan de imponer condiciones al capitalismo mediante huelgas, una serie de reivindicaciones de tipo económico, surge siempre el fantasma del ejército de reserva que está listo, por necesidades imperiosas, a ocupar el puesto de aquellos que están en huelga. Mediante esa arma, durante mucho tiempo se ha mantenido a la clase obrera con una espada sobre su cabeza.
Nosotros, todavía hoy, tenemos desempleo, no hemos llegado al empleo pleno. Pero estamos en el «Año de la Planificación» y entramos a la planificación, de tal manera que tenemos que pensar ya en que el desempleo acabará, no sé si al final de este año, pero sí dentro de los próximos años, seguramente, y que empezará la otra cara de la moneda, es decir, la necesidad de mano de obra para que nuestras fábricas produzcan, para poder hacer nuevas fábricas, para poder aumentar la producción del país.
En tal caso, nosotros ya no le debemos tener ningún miedo a la mecanización. Suponiendo que se mecanizara en cualquier lugar, en este lugar de trabajo se mecanizara el trabajo de tal manera que sobraran mil hombres aquí, no, quiero decir que ni uno sólo de los mil hombres va a quedar desamparado por eso.
Esos mil hombres tendrán que pasar por escuelas, ir a superarse de cualquier forma que sea, o directamente a otros lugares de producción, los que no puedan ir a otros lugares de producción, a escuelas, en fin, para de esa manera capacitarse para ocupar nuevos cargos, nuevos cargos que pueden ser cualquiera de acuerdo con la capacidad de cada uno, con la inclinación de cada uno. Es decir, que la productividad en base a la mecanización debe ser una aspiración de todos, una aspiración nueva, que es como el signo de estos tiempos de construcción del socialismo.
Mientras nosotros estemos produciendo nuestros bienes y realizando nuestros servicios sobre el hombro de los trabajadores, simplemente con las manos de los trabajadores, no podremos entrar al socialismo, porque un hombre produce con su trabajo poco más que lo necesario para comer o para dar un cierto excedente mínimo. Y la construcción del socialismo significa la inversión de cuantiosos esfuerzos de la nación, de cuantiosos capitales de la nación. Y esos capitales se crean solamente mediante el trabajo humano.
¿Cuál es la diferencia que existe entre el valor de lo que ustedes producen en un día de trabajo y lo que se les paga? Es lo que en la época capitalista constituía la plus valía que engrosaba los bolsillos de los dueños de los me dios de producción. Pero hoy los dueños de los medios de producción son los propios trabajadores.
Y esa diferencia que existe entre lo que ustedes producen, el valor de lo que ustedes producen y lo que se les paga, es el excedente que tenemos que crear, y que debe ser lo más grande posible, para crear nuevas fuentes de trabajo que permitan, cada vez, hacer el trabajo más humano, menos sacrificado, más productivo, y crear nuevas fábricas que nos den más bienes de consumo, más productos para la satisfacción de nuestras necesidades, a menos costo, en mucha mayor cantidad, y entonces habremos podido ya rebasar esa etapa de construcción y proclamarnos de verdad un país socialista.
Ahora nosotros, compañeros, estamos en una revolución socialista, es decir, se ha proclamado el carácter socialista de la Revolución y la decisión del pueblo de Cuba de llegar al socialismo, pero estamos en esta etapa de construcción.
Para llegar a ser socialistas, para que sea esto un gobierno socialista, un país socialista, es decir haya una estructura socialista de producción, se necesita no solamente que se haga una más justa distribución de los ingresos entre toda la población, sino que haya más bienes de consumo para todo el mundo; y, también, quien dice bienes de consumo dice bienes espirituales, más oportunidades de recreación espiritual, más libros, más oportunidades de tecnificarse, más deportes, más de todo aquello que le da un sentido nuevo a la vida humana, que los separa de esa unión tan estrecha entre el trabajo y apenas una pequeña satisfacción de las necesidades materiales, y la vuelta al trabajo.
Prácticamente, en algunos casos, la falta de vida hogareña, porque se tiene que buscar en todos lados dónde conseguir el pan para los hijos de cada uno, la despreocupación de todo lo que sucede en el país, porque ¿qué le puede importar lo que sucede al país a un hombre que no conoce nada más que la explotación, que el látigo capitalista, que el desempleo periódico, que las enfermedades y a veces la muerte de sus familiares por falta de asistencia médica, que las enfermedades que se producen porque no hay suficiente pan para llevar a los hijos?
Toda esa visión del capitalismo hay que ir desterrándola, y se destierra mediante la producción.
Por eso debemos todos reconocer en cada momento de nuestro trabajo que estamos haciendo un trabajo personal, para cubrir nuestras necesidades mediante el salario que se nos da. Bien, estamos cumpliendo con un deber social que, ojalá cada uno pudiera darse cuenta, que es más importante aún que el trabajo individual de satisfacer sus necesidades y las de su familia.
Si todos los trabajadores de Cuba pudieran tener presente en cada momento de su vida y de su trabajo que hay deberes sociales que cumplir, que siempre hay individuos, familias enteras, cientos de miles de compañeros, que están en peor situación que los que tienen empleo, que hay que crear los medios para que esos compañeros tengan un empleo razonablemente retribuido; si pensamos también en los miles y miles de campesinos tradicionalmente explotados, que todavía no se han incorporado realmente a la civilización; si pensamos en la falta que hace que todos nuestros campos se electrifiquen, que en todos los lugares haya hospitales, que haya escuelas superiores —ya que ahora hay escuelas primarias en todos lados—, que todo el mundo tenga zapatos, tenga ropa, cubra todas sus necesidades, que todo el mundo tenga trabajo, que tenga derecho a la cultura; entonces, vemos que nosotros no estamos tan mal, que sí, puede ser un trabajo rudo, puede ser un trabajo fatigoso, que a veces se puede decir que es embrutecedor, bien, pero nosotros ya sabemos cuál es el futuro, sabemos que podemos, con nuestro trabajo, satisfacer todas las necesidades de nuestros hijos y que debemos, además, crear ese excedente para los otros.
Eso es lo más importante que tenemos que alcanzar en estos años de construcción del socialismo: la conciencia de nuestros deberes, esos deberes hacia todos los que todavía no han alcanzado lo mínimo y esos deberes hacia todos los pueblos de América, que están observándonos, que a veces sus representantes vienen aquí, en minúsculas proporciones, a través de invitaciones o como puedan llegar, para observar lo que se está haciendo, y que todos ellos, sin excepción, anhelan, esperan, vibran con la Revolución cubana, están pendientes de lo que se haga, están vigilantes en cada país de América, para evitar que se nos agreda, que se nos condene, como ahora en la OEA [Organización de Estados Americanos] pretenden hacerlo, en fin, para salvar esto, que es su espejo, que es su faro, como hemos dicho alguna vez, para mantener esa antorcha, que es la que mantiene viva la esperanza de los pueblos de América y la que contribuye al desarrollo del estado y del espíritu revolucionario en todos los países.
Eso es lo que nosotros tenemos que lograr, compañeros, la conciencia de nuestros deberes, el olvidarnos un poco de nosotros mismos, olvidarnos de nuestro pequeño círculo, y trabajar y rendir más para todos los que esperan de nosotros. En la organización del trabajo, en las fórmulas prácticas para hacerlo, no soy yo el indicado, los compañeros que tienen ya más experiencia aquí, y ustedes mismos en primer lugar, son los indicados para hacerlo.
Cada uno de ustedes, poniendo su atención vigilante sobre lo que están haciendo, podrá encontrar miles de deficiencias capaces de ser subsanadas fácilmente. Ustedes podrán organizar el trabajo, podrán ir viendo dónde sobra gente, podrán ir racionalizando cada vez más el empleo de la fuerza, podrán ir descubriendo los lugares donde es imprescindible la máquina, por establecer el orden de prioridades para esas máquinas, que no podrán ser todas el primer año, el orden de prioridades para los artículos que vienen a todos los puertos, podrán estar vigilantes para que no haya barcos en esos puertos que estén esperando días y días a que se produzca el desembarco de mercancías y estén cobrando dólares por esa estancia, es decir, la tarea fundamental y cotidiana de la defensa de la Revolución, en este sector, está fundamentalmente en las manos de ustedes. Y esa, compañeros, debe ser la gran tarea de este año y la preparación para los años venideros.
Materialmente, no aspiramos —porque somos prácticos, porque conocemos bastante las debilidades que tenemos, técnicas, las debilidades humanas—, a que todo se resuelva durante este año, sería una utopía pensarlo. Lo fundamental, también en esto, es que seamos capaces de hacer cada día algo que perfeccione lo que hicimos el día anterior. Por minúsculo que sea, por pequeño que sea, cuando se sumen los miles de hombres que trabajan aquí y cuando al esfuerzo de esos miles de hombres se sumen los perfeccionamientos diarios, por pequeños que sean, de los miles y miles, y ya millones de hombres, que trabajan en todo el país, los resultados serán extraordinarios.
Ahora, compañeros, queda pues la tarea de análisis y la tarea de trabajo y de perfeccionarse. Hay todo un año de tiempo. Las cosas se irán planteando, nos iremos equivocando todos, se irá corrigiendo, y en futuras asambleas se discutirán las formas prácticas de hacerlo.
Después de este año 1962, tendremos, digamos un tribunal, que será el tribunal del pueblo de Cuba, el tribunal en donde todos ustedes participarán como jueces y serán a su vez juzgados por su trabajo, es la Asamblea Nacional de Producción, que deberá realizarse en los primeros días del año 1963, analizando todas las tareas del plan, en todas las fases de la vida económica de la nación, y a donde todos debemos ir con espíritu constructivo, criticando lo que sea criticable, señalando los pasos de avance, dando nuestro aporte, para que el otro año, el que sigue, el 1964, sea mucho más beneficioso aún.
Ya estamos en el camino de la planificación, estamos, desde hace dos años por lo menos, en el camino del perfeccionamiento continuo de nuestros sistemas de trabajo. Queda pues, simplemente, tomar ese rumbo, darse cuenta de que estamos en este camino, adquirir conciencia de ese camino por el que vamos; adquirir, lo repito una vez más, conciencia de nuestros deberes para con el pueblo entero de Cuba, para con la clase obrera, para con los que en este momento están en paro forzoso, para los que tienen menores ingresos que ustedes, y de nuestra conciencia de los deberes para América, de los deberes que ahora nos exige con más fuerza que nunca el internacionalismo proletario.
La tarea, compañeros, es muy grande, tan grande que no la resuelve nadie de por sí, la resolvemos todos, o no se resuelve. De tal manera que mi invitación final es a trabajar y trabajar todos los días de este año.
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