
Bajo fuego invisible: Venezuela y la sombra de Washington (2018–2025)
La historia reciente de Venezuela no puede contarse sin mencionar el peso de una potencia que, desde el norte, ha lanzado más que palabras. Desde 2018, el país caribeño ha vivido una ofensiva sostenida por parte de Estados Unidos, que ha ido mutando de sanciones económicas a maniobras militares, pasando por operaciones encubiertas y campañas diplomáticas de aislamiento. Lo que comenzó como presión política terminó convirtiéndose en una guerra silenciosa que dejó huellas profundas en la vida cotidiana de millones de venezolanos.
Enero de 2019: El día que se partió el tablero
Todo cambió cuando Washington reconoció a Juan Guaidó como “presidente interino” de Venezuela. En Caracas, la noticia cayó como un trueno. Las calles se llenaron de incertidumbre, mientras el gobierno de Nicolás Maduro denunciaba un intento de golpe de Estado orquestado desde el extranjero. Citgo, la joya petrolera venezolana en suelo estadounidense, fue confiscada. Las cuentas bancarias del Estado fueron congeladas. Y el cerco comenzó a apretarse.
Sanciones que ahogan
Entre 2020 y 2022, las sanciones se volvieron más agresivas. El embargo petrolero paralizó la principal fuente de ingresos del país. Las importaciones de alimentos y medicinas se redujeron drásticamente. El dólar se volvió un fantasma inalcanzable para muchos. En los barrios populares, la resistencia se organizó entre ollas comunitarias y redes de solidaridad. Pero el daño estaba hecho: hospitales sin insumos, escuelas sin luz, familias separadas por la migración forzada.
Operaciones encubiertas y amenazas abiertas
En mayo de 2020, la fallida “Operación Gedeón” reveló un nuevo nivel de agresión. Mercenarios entrenados en Colombia intentaron ingresar por las costas venezolanas con el objetivo de capturar a Maduro. El gobierno denunció vínculos con agencias estadounidenses. Aunque Washington negó participación directa, las sombras eran difíciles de ignorar.
En paralelo, la retórica de Trump se endureció. “Todas las opciones están sobre la mesa”, repetía. Y en 2020, buques de guerra comenzaron a patrullar el Caribe con una frecuencia inquietante.
2025: El año del filo
Este año, la tensión alcanzó su punto más alto. Ataques estadounidenses han destruidos supuestas embarcaciones venezolanas en aguas internacionales, bajo el pretexto de combatir el narcotráfico. 14 muertos. Ninguna advertencia. Caracas ha respondido con una denuncia ante la ONU, mientras los medios internacionales guardaban silencio.
En julio, submarinos nucleares fueron avistados cerca de la isla de La Orchila. La amenaza ya no era simbólica. Era tangible. Era real.
¿Imperio o democracia?
Mientras Washington insiste en que sus acciones buscan “restaurar la democracia”, en Venezuela muchos ven una estrategia de dominación imperial. “No es ayuda, es agresión”. “Nos quieren rendidos, pero no nos conocen”.
Resistencia con rostro humano
A pesar de todo, el pueblo venezolano ha resistido. Con creatividad, con dolor, con dignidad. En las esquinas, se improvisan mercados solidarios. En las radios comunitarias, se canta la esperanza. Y en cada gesto cotidiano, se reafirma una verdad: Venezuela no se rinde.
Epílogo
La crónica de estos años no se escribe solo en informes diplomáticos ni en titulares internacionales. Se escribe en los cuerpos que aguantan, en las voces que denuncian, en los silencios que duelen. Y aunque el futuro sigue siendo incierto, hay algo que permanece intacto: la voluntad de un pueblo que, bajo fuego invisible, sigue de pie.
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