
El Pico Turquino: coronar el punto cumbre de Cuba (III Final)
Con el triunfo revolucionario del 1ro de enero de 1959 el ascenso al Turquino se convirtió ya no en un hecho aislado protagonizado por unos pocos, sino en un acto cada vez más cotidiano, donde los jóvenes eran los actores fundamentales. Fidel, consciente del grado de dificultad y a la vez de lo importante en el desarrollo de la resistencia física, el curtido psicológico y el desarrollo de lazos de hermandad que caracterizan toda escalada a la cumbre de Cuba, hizo de la ruta un medidor del temple revolucionario, por lo que, en lo adelante miles de jóvenes, ya fuera acompañándolo a una graduación, o como parte de sus estudios militares en plena serranía, iban a subir incluso en más de una ocasión.
Para que esto se hiciera realidad, entre las primeras medidas tomadas por el gobierno revolucionario estuvo la de declarar el territorio del Turquino como un patrimonio del pueblo de Cuba, responsabilizando al Ejército Rebelde con su protección y cuidado de su flora y fauna.
A finales de 1959 Fidel en una de sus continuas visitas a la Universidad de La Habana, convocó a las recién creadas milicias universitarias a realizar un entrenamiento en la Sierra Maestra, donde además podrían apreciar las condiciones de vida del campesinado que habitaba esa zona del país. Fue así que iniciando el primer día de 1960 partió en tren rumbo a Oriente acompañado, entre otros, de Celia Sánchez, Pedro Miret, Antonio Núñez Jiménez y el revolucionario venezolano Fabricio Ojeda, al frente de un contingente de casi 400 jóvenes universitarios, los cuales pasaron varios días en la Sierra Maestra, en marchas similares a las que pocos meses antes efectuara regularmente el Ejército Rebelde y que culminaron con el ascenso al Turquino el 6 de enero de 1960.
En los meses posteriores el ascenso al encuentro con Martí sería requisito para quienes cursaban la primera Escuela de Responsables de Milicias, igualmente para los jóvenes que integraban las brigadas de instructores rurales, cuya misión era enseñar a leer y a escribir a los campesinos.
Otros que tuvieron el Turquino como prueba de fuego fueron los futuros oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, entre ellos los escogidos del llamado “Movimiento 5 Picos”, dentro de los que saldrían los primeros pilotos de combate formados en la República Popular China.
Un suceso de singular relevancia para la consolidación del proceso revolucionario fue la graduación el 14 de noviembre de 1965 de 400 médicos y 26 estomatólogos, los primeros formados por la Revolución, quienes juraron servir desinteresadamente a la Patria y dieron una extraordinaria oxigenación al sistema de salud cubano, que sufría, como otros sectores, el creciente éxodo de profesionales. En sus palabras, Fidel significó el momento al expresar:
“Y este ascenso al Turquino de nuestros estudiantes, de nuestros profesores, de todos nosotros, entraña un símbolo, y es el símbolo de que el espíritu que nos trajo a estas montañas, el espíritu que nos llevó a estas montañas es hoy como ayer, y será siempre, nuestro espíritu, ¡el espíritu de nuestra Revolución!”.
Años más tarde, en 1981, el entonces ministro de las FAR, General de Ejército Raúl Castro Ruz, desarrolló junto a otros compañeros de lucha un extenso recorrido de varios días por la Sierra Maestra para celebrar su 50 cumpleaños, el cual tuvo su momento cumbre con la escalada hasta la cima del Turquino el 3 de junio de 1981.
Con el decursar de los años, el Martí del Turquino ha reforzado su simbolismo y continúa inspirando ir en su conquista. Ejemplo de ello son los Cinco Héroes cubanos, quienes tras su liberación y regreso a la Patria escalaron la cima del Pico los días 26 y 27 de julio de 2015, junto a familiares y amigos. Cumpliendo así un compromiso hecho años atrás cuando aún estaban encarcelados injustamente en Estados Unidos.
Hasta el día de hoy son incontables los que por diversas motivaciones y a lo largo del año ascienden al punto más alto de nuestra geografía: miembros del Movimiento Juvenil Martiano, los senderistas, los jóvenes de la Asociación de Hermanos Saíz, las organizaciones y demás movimientos juveniles, los estudiantes, etcétera, todos movidos por la promesa de lograr, ya sea desde Granma o Santiago de Cuba, coronar el punto cumbre del país.
Extenuante y difícil es la ruta, prueba de toda voluntad y fuerza humana, pero reconfortante encontrar, ya hoy a 71 años de distancia al más universal de los cubanos, coronando, a la altura de su gloria el cielo de su amada Patria. Es por tanto para la juventud cubana de ayer, de hoy y de siempre llegar al Pico Turquino un bautizo de patriotismo, un compromiso de honor y una vez logrado, descender inspirados por la fuerza que desde lo alto emana de la broncínea figura del Maestro que mira al sol de frente justo a la mitad del día.
Referencia: Carballido-Pupo, V. (2017) Realidad de un sueño. Casa Editorial Verde Olivo. |
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