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Foto: Tomada de Granma

Científicos cubanos recuerdan la creación del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB)

Katherin Hormigó Rubio
PCC
La visión de Fidel Castro de convertir a Cuba en una nación de hombres de ciencia fue clave para el éxito del CIGB, que logró producir el primer lote de interferón leucocitario en 1981, reconocido a nivel internacional.

“El nivel de compromiso fue muy grande; con el país, con la Revolución y con Fidel, era indispensable que uno como quiera que se sintiera entendiera que era absolutamente necesario, había que enfrentar la tarea con optimismo y con seguridad, teníamos que hacer el mayor esfuerzo por cumplirla y así fue”, con estas palabras el Doctor en Ciencias Biológicas Eduardo Pentón Arias recuerda la hazaña realizada a principios de los años 80 cuando un grupo de 6 doctores dieron su paso al frente para cumplir con la tarea dada por nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. 

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Encuentro de Fidel con el doctor estadounidense Randolph Lee Clark, en noviembre de 1980. Foto: Cortesía del CIGB.
Encuentro de Fidel con el doctor estadounidense Randolph Lee Clark, en noviembre de 1980. Foto: Cortesía del CIGB.

Eduardo Pentón formó parte del grupo que fundó el Centro de Investigaciones Biológicas, “nosotros comenzamos a trabajar en otro centro más pequeño que el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), y luego en la medida que se fue desarrollando la institución surgió la necesidad de construir un centro mucho mayor, que es este en el que estamos ahora”, señaló Pentón Arias. 

“Comenzamos a trabajar en un proyecto definido, la producción del interferón,  que en aquella época era una sustancia muy novedosa, prometedora y que era preciso, según las instrucciones que teníamos del gobierno, necesario que en el país pudiera conquistar ese producto y llegar a adquirir esa tecnología”, comentó mientras recordaba que fue promovido fundamentalmente por el Comandante en Jefe Fidel Castro. “Este fue mi proyecto inicial y fue lo que dio lugar a la creación  y desarrollo de esta institución”, concluyó. 

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Foto: Dunia Álvarez Palacios
Foto: Dunia Álvarez Palacios

Con la visión de Fidel Castro de que “el futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro de hombres de pensamiento…”, el 28 de mayo de 1981 se logró el primer lote de interferón leucocitario, cuya calidad fue verificada por una autoridad independiente. KariCantell, en Finlandia, certificó que el interferón cubano era similar al obtenido en su laboratorio, era un bioequivalente, no tenía diferencia sustancial con el que ellos producían. Esto dio validez a nuestro interferón para utilizarlo en Cuba y exportarlo más tarde cuando se obtuvo su homólogo recombinante. A partir de entonces, se empezó a producir sistemáticamente.

El 1 de julio de 1986 se funda el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, convirtiéndose en una institución de investigación científica que trabaja en los campos de la salud humana, el sector agropecuario y el medio ambiente.
El CIGB investiga, desarrolla, produce y comercializa novedosas aplicaciones biotecnológicas y productos biofarmacéuticos preventivos, terapéuticos y de diagnóstico, para los sectores biomédico, agropecuario e industrial, bajo la premisa de una sola salud.

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Foto: Dunia Álvarez Palacios
Foto: Dunia Álvarez Palacios

Esta institución ha logrado desarrollar cuatro líneas de investigaciones: biomedicina, biotecnología animal, biotecnología de las plantas y enzimas industriales; se enfocan en más de 10 áreas terapéuticas, estudian más de 50 enfermedades y sus productos se comercializan en más de 35 países.

Dentro de sus líneas se destaca la biotecnología agropecuaria, que tiene que ver con los animales, las plantas y la industria. Mario Pablo Estrada García,Director de Investigaciones Agropecuarias del CIGB lleva varios años dirigiendo esta actividad. 

“El CIGB se conoce sobre todo por sus resultados en la parte biomédica pero al igual que la biomedicina la biotecnología agropecuaria tiene un papel importante en el desarrollo de la economía, incluso desde la inauguración de nuestra institución, nuestro Comandante en Jefe deja bien claro la importancia que iba a tener la biotecnología agropecuaria para nuestro país y el mundo, la biotecnología puede ayudar mucho a aumentar la productividad de la agricultura, sobre todo haciéndolo más amigable con el ambiente”, comentó Estrada García.  

El foco del trabajo en esta línea es desarrollar proyectos de investigación que tienen que ver fundamentalmente con las principales necesidades para la producción de alimentos en el país.

“Como en la parte biomédica trabajamos en los proyectos que tienen que ver con las principales necesidades de salud que tiene nuestro país, en el caso de la biotecnología agropecuaria hacemos lo mismo pero con la producción de alimentos.

En ese sentido hemos estado enfrascados en los últimos 20 años en el mejoramiento genético de semillas que tienen que ver con la producción de granos, que son la base de la producción de la proteína animal”, concluyó. 

En esta misma área los jóvenes forman parte esencial de la cadena productiva. Tal es el caso Alejandro Morales Basulto, quien trabaja en el grupo de investigaciones agropecuarias en el Departamento de Biotecnología de las plantas.

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Foto: Dunia Álvarez Palacios
Foto: Dunia Álvarez Palacios

Este grupo, a través del uso de herramientas biotecnológicas, obtiene plantas transgénicas de soya resistentes a microorganismos y con ello logran aumentar la producción nacional de ese alimento. Allí Alejandro desempeña un rol fundamental en la obtención de este grano debido a la importancia a nivel mundial que tiene esta planta. 

“La producción mundial de soya aumenta año tras año y en Cuba su producción se ha visto incrementada en los últimos años con grandes áreas destinadas a su cultivo, sin embargo, las plantas de soya son afectadas en todas las etapas de su crecimiento por enfermedades fúngicas.

Las condiciones climáticas de nuestro país favorecen la aparición de estas enfermedades que  pueden llegar a reducir los rendimientos en un setenta por ciento”, explicó Alejandro Morales. 

Para Morales Basulto hacer  ciencia en Cuba y en el CIGB es todo un reto: “El bloqueo no impide que hagamos ciencia, más bien nos impulsa a superar los obstáculos que nos ponen siempre año tras año y aquí seguimos”, sentenció. 

Han pasado más de tres décadas desde la fundación del CIGB y a lo largo de este periodo este centro ha tenido un papel integrador en la esfera de la biotecnología cubana, con alta capacidad científico-técnica, asumiendo la responsabilidad de contribuir directamente en el desarrollo económico y social del país.

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Foto: Cortesía del CIGB

Entre sus principales líneas de trabajo se encuentran la obtención por vía recombinante de proteínas y hormonas, vacunas y medios de diagnóstico, la producción de anticuerpos monoclonales, el aprovechamiento de la biomasa y su transformación por vía químico enzimática y la micropropagación de células y cultivos de tejidos.

El desempeño de sus científicos se proyecta en las investigaciones, generando conocimientos para el desarrollo de nuevos productos, servicios y la actividad comercial; basado en un sistema de calidad que garantiza la satisfacción de los clientes y teniendo en cuenta la dimensión ambiental.

El centro trabaja a corto, mediano y largo plazo en vacunas bivalentes, trivalentes, tetravalentes y pentavalentes.  Entre sus productos más conocidos se encuentran  el Interferon alfa 2b, Interferon Recombinante, Heberbiovac, Heberprot-P, las vacunas contra la COVID-19, Jusvinza y nasalferon  alfa 2b, entre otros. 

“Una apuesta por la vida” es el slogan de los miembros del proyecto de Autoinmunidad e Inflamación, cuyo producto líder es Jusvinza. En los laboratorios donde se produce este prometedor fármaco conocimos a Mabel Hernández, Master en Bioquímica.

Jusvinza es un péptido  inmunomodulador que se utiliza para el tratamiento de las enfermedades autoinmunes y la hiperinflación. En dialogo con Mabel Hernández conocimos que “estudios realizados en varios modelos de inflamación sistémica muestran que este medicamento es capaz de reducir varias moléculas asociadas con la inflamación”. 

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Foto: Dunia Álvarez Palacios
Foto: Dunia Álvarez Palacios

Durante la pandemia de Covid-19 este grupo analizó los mecanismos de acción de Jusvinza, “varios puntos de conexión entre lo que ocurre en la inflamación por Covid-19 y la artritis reumatoide permitió que propusiéramos el uso de este medicamento en el tratamiento de los pacientes que la pandemia dejó en estado crítico”, comentaba mientras recordaba aquellos días donde buscaban soluciones para salvar la vida de sus compatriotas. 

El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, arriba este 1 de julio del 2024 a sus 38 años de fundado, cumpliendo con la premisa de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, un sueño que lleva más de tres décadas salvando vidas y desarrollando la biotecnología en nuestro país.  
 

Palabras clave
Cuba
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