Para Cuba el Che sigue siendo uno de sus más ilustres hijos
Para querer a Cuba, unirse a su lucha, defender la Revolución y ser hijo de esta Isla humanista y solidaria no es necesario tener como condición el haber nacido en suelo cubano.
Así lo reafirmó el primer Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario cubano en pleno cuando en el entonces Palacio Presidencial, citó al Comandante Ernesto Guevara, aquel 7 de febrero, para comunicarle la decisión legal de haber sido declarado ciudadano cubano por nacimiento, basado en la Constitución de la República de 1940.
El acuerdo del Consejo de Ministros fue publicado en edición extraordinaria de la Gaceta Oficial, el día 7, pero la información no llegó a la prensa hasta el 9, fecha que se ha tomado como referencia para recordar el otorgamiento.
En dicha Carta Magna, el Título II sobre la nacionalidad planteaba en su artículo 12 que “Los extranjeros que por un año o más hubiesen prestado servicios en el Ejército Libertador, permaneciendo en éste hasta la terminación de la Guerra de Independencia, siempre que acrediten esta condición con documento fehaciente expedido por el Archivo Nacional”, podrían ser acreedores de esta condición.
Asimismo, en el acápite 12 se incluía que: “Serán también cubanos por nacimiento los extranjeros que hubieran servido en la lucha contra la tiranía derrocada el 31 de diciembre de 1958, en las filas del Ejército Rebelde durante dos años o más y hubieran ostentado el grado de Comandante durante un año por lo menos, siempre que acrediten esas condiciones en la forma que la ley disponga”.
El único antecedente que data de la época de la seudorrepública fue el otorgamiento de la nacionalidad cubana al dominicano Máximo Gómez, Generalísimo del Ejército Libertador.
Cuentan que cuando Luis Buch Rodríguez, entonces Secretario del Consejo de Ministros le informó al Che la decisión, el Comandante Guevara recibió la noticia sin inmutarse y expresó que “era inmerecido tal honor, pues hubiera luchado como lo hizo en Cuba en cualquier otra parte del mundo.”
Innumerables méritos y acciones marcaban la vida del Che quien asumió la causa cubana desde que conoció en México a Fidel, Raúl y a otros exiliados y se convirtió en expedicionario del yate Granma que desembarcó en Cuba el 2 de diciembre de 1956.
En las diferentes acciones militares realizadas en la Sierra Maestra como el combate de La Plata y El Uvero comenzó a ponerse a prueba las capacidades del futuro Comandante, quien a su vez demostró sus valores éticos, morales y su disciplina.
Tales características permitieron que Fidel lo nombrara en agosto de 1958, jefe de la Columna 8 Ciro Redondo, la que junto a la Columna 2 Antonio Maceo, dirigida por el Comandante Camilo Cienfuegos, tendría la misión de conducir la Invasión hacia el Occidente del país, reeditando así la proeza militar que a finales del siglo XIX realizaran el Lugarteniente General del Ejército Libertador Cubano, Antonio Maceo Grajales y el Generalísimo Máximo Gómez Báez, contra el ejército colonial español.
En Santa Clara, actual provincia de Villa Clara el Che junto a su tropa libró una de las batallas más determinantes que contribuyó a la rendición de la tiranía batistiana, al tomar la ciudad, descarrilar un tren blindado, incautar un gran número de armas, ocupar las principales posiciones enemigas e imponer la victoria rebelde en ese territorio.
Al triunfo de la Revolución el Che siguió siendo consecuente con la actitud de un revolucionario. Trabajó arduamente como Presidente del Banco Central de Cuba entre noviembre de 1959 y febrero de 1961, ocupó el cargo de Ministro de Industria de febrero de 1961 a abril de 1965, dirigió el trabajo de los jóvenes en su preparación política ideológica y nos legó el trabajo voluntario como una de las tareas de mayor impacto y aporte al desarrollo del país. Igualmente, puso en alto el nombre de Cuba en diferentes foros internacionales y recalcó su postura socialista.
Sin embargo, como expresara en su carta de despedida, sentía que otras tierras del mundo reclamaban el concurso de sus modestos esfuerzos. En dicha misiva también planteó: “Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de Cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos”.
Los cubanos conocían de la modestia, humildad y sencillez del Che, así como de su altruismo y entrega por las causas justas en cualquier lugar del mundo. Su despedida, aunque dolorosa, engrandeció más su figura y estirpe, quedando en la historia como una renuncia simbólica, pues para Cuba el Che sigue siendo uno de sus más ilustres hijos.
Haz un comentario