Sociedad
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Martí y los pobres de la Tierra

Ariel Pazos Ortiz
PCC
Martí es para los cubanos, aún en esta centuria, el arquetipo de la sabia decisión, el referente de la postura justa, el paradigma de la virtud y la deontología, el artífice de la unidad en torno al interés común...

José Martí fue un genial pensador y un brillante político. Se relacionó con la organización de la Guerra Chiquita en 1879. Fracasada esta, hilvanó desde entonces un proyecto mayor.  

Tras años de proselitismo y mediaciones entre los viejos jefes del independentismo,  enemistados unos con otros por cómo acabó la Guerra de los Diez Años, realizó un novedoso aporte a la unidad de los patriotas: la creación del Partido Revolucionario Cubano, surgido para organizar la guerra que daría la independencia a Cuba y auxiliaría la de Puerto Rico.

Tuvo el enorme mérito de allanar en gran medida, durante los años previos a 1895, las discrepancias, rencores, frustraciones y recelos de las personalidades imprescindibles para el proyecto independentista. Y la guerra echó a andar, la última guerra mambisa, la guerra que con su genialidad y humanismo concibió contra el colonialismo y no contra el español.

A veces nos preguntamos qué hubiera hecho Martí ante esta o aquella disyuntiva. Él es para los cubanos, aún en esta centuria, el arquetipo de la sabia decisión, el referente de la postura justa, el paradigma de la virtud y la deontología, el artífice de la unidad en torno al interés común...

Pero no se debe asumir el pensamiento martiano como un manual de dogmas, pues en ocasiones se apela superficialmente a frases suyas para, ignorando contextos, legitimar o desacreditar ideas del presente.

Extrapolar a Martí a las realidades de hoy implica más que copiar una frase entre comillas o soltar en internet la foto de un texto fragmentado al arbitrio. Para extrapolar al autor de La Edad de Oro se impone un análisis crítico de su pensamiento. Parafraseando a Armando Hart, ferviente seguidor del Apóstol, el ideario martiano constituye, con su acento utópico, una alternativa al materialismo vulgar y ramplón que predomina.

Los alumbramientos del ideólogo de la Guerra Necesaria también apuntaron a un tema crucial: el antimperialismo. Martí fue un previsor decimonónico de lo que sería el imperialismo norteamericano. En consecuencia, intentó combatirlo. Mas la vida terrenal no le alcanzó para ello.

A pesar de una precoz desaparición física, la prédica del Héroe Nacional constantemente adquiere renovada vigencia porque representa la cúspide de un legado cultural, político, social y filosófico orientado hacia los intereses de lo que él mismo denominó “los pobres de la Tierra”.

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