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Cuba y su constante enfrentamiento al águila rapaz

Dayán González Ramírez Foto: Orlando Cardona
PCC
En un acto de agresión sin precedentes, el guardacostas estadounidense atacó el buque cubano Hermann, que transportaba 10 toneladas de mineral de cromo desde el puerto de Moa, en Holguín, hacia Tampico, México.

Fueron cerca de 50 impactos de alto calibre los que dañaron el buque Hermann, cuando un guardacostas estadounidense atacó la embarcación con tripulación cubana, encargada de trasladar 10 toneladas de mineral de cromo desde el holguinero puerto de Moa hasta el mexicano Tampico. 

Esta agresión se produjo en aguas internacionales, el 30 de enero de 1990. Fue una acción vil y canalla, como expresara el Comandante en Jefe en el acto de recibimiento a la valiente tripulación que no se dejó amedrentar por la balas yanquis y en una muestra de soberanía se negó a que el guardacostas inspeccionara la nave.

"Registrar ese barco no era una necesidad. No solo era ilegal desde todo punto de vista, era arbitrario, también era innecesario, se trataba de una provocación. Decirles a los tripulantes —y eso tiene que haber sido lo que más los indignó— que pararan para registrar el barco, para inspeccionarlo, para ver si llevaba droga, era una ofensa, era una vileza, era una canallada, que resultaba insultante, indignante, hiriente" explicó Fidel aquel 1 de febrero frente a la multitud que se concentró en el monumento al Maine.

El Hermann, que había zarpado de costas cubanas el 25 de enero, navegaba bajo bandera panameña, pues la nave había sido arrendada por Cuba a una empresa del país centroamericano. 

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Infografía: PCC

Según uno de los tripulantes, el hostigamiento había comenzado el día 29 desde un avión y posteriormente por el guardacostas. Aproximadamente fue una hora y 45 minutos lo que duró el fuego imperial que causó considerables daños, sin que resultara herido ninguno de sus 11 tripulantes. 

Estos decidieron seguir su rumbo, acción que fue respaldada por la dirección de la Revolución que rechazó el ultimátum imperial y solo permitió a las autoridades mexicanas, una vez que el buque estuvo en su territorio, a que inspeccionaran la nave para demostrar la falacia de las acusaciones. Así fue hecho y quedó evidenciado, junto con la inexistencia de drogas, el valor de aquellos obreros del mar que no se dejaron humillar, ni intimidar por la prepotencia yanqui.

Y concluyó Fidel en aquel acto: "Nuestra lucha de hoy es la del 68 y la del 95, la del Moncada, la del Granma, la de las misiones internacionalistas. Y hoy no somos cenizas, ¡no somos cenizas!, y tenemos más que nunca fuerzas con qué defendernos, armas con qué defendernos, ideas con qué defendernos, combatientes con qué defendernos (APLAUSOS), y capacidad de convertir en polvo y convertir en cenizas, con esa conducta, con ese ejemplo, con ese temple, más tarde o más temprano, a los que cometan la felonía, el crimen histórico incalificable de agredir a nuestra patria.

Si de algo podemos estar seguros, es de que jamás el águila rapaz que simboliza al imperio volverá a colocarse sobre esas columnas, que quedaron convertidas en monumento de lo que fue el imperio en nuestro país y de lo que ocurrirá, más tarde o más temprano, a su afán de esclavizar al mundo".

Palabras clave
Buque Herman
Fidel Castro

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